Que tus OJOS te ayuden a que no confundas el sol con la luz, ni lo alto del cielo con la grandeza de Dios...
Que tus MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir...
Que tu OÍDO sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago...
Que tu RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de la oración...
Que tu
Que
Anónimo
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